Muchos adultos que se convierten en padres dicen: “Voy a dar a mis hijos todo lo que mis padres no pudieron darme”. Cuando se trata de dar educación, mejores oportunidades, poder pasar más tiempo con ellos, enseñar valores religiosos etc., es algo que los hijos podrán valorar cuando se conviertan en adultos. Pero existe una línea muy difícil de ver para los padres, que divide lo que los hijos NECESITAN de lo que los hijos QUIEREN.
Cuando los hijos van creciendo los padres deben saber decirles NO en las cosas que no son importantes y que hasta pueden ser perjudiciales. Por ejemplo, cuando los hijos dicen que no les gusta comer lo que hay para el almuerzo, no hay que preguntarles qué quieren, sino decirles que lo que hay para comer es lo que ellos necesitan para crecer sanos y fuertes, y que debemos dar gracias por eso.
Si el niño patalea y se niega a obedecer es porque sabe que si lo hace eventualmente conseguirá lo que desea. Por eso, desde un principio hay que evitar ceder; cuanto más se tarde en decir NO a los caprichos de los hijos, más difíciles se pondrán en el futuro y menos caso harán a los padres.
Es difícil decir no a los hijos, pero hay que recordar que si ellos aprenden que no pueden conseguir todo lo que quieren de niños, cuando sean adultos podrán tolerar mejor cuando la vida laboral, social, amorosa y en general les digan que NO.
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