Muchos deseamos tener una vida amorosa satisfactoria, que sea todo lo que siempre deseamos y que dure para siempre. La sociedad, con los ideales de matrimonio perfecto, nos muestra solamente una cara (brillante y perfecta) de la moneda y saltamos al matrimonio o a una relación con falsas expectativas que luego nos perjudican.
Si esperamos que nuestras relaciones sean iguales que muchas de las películas románticas, que terminan justo en el momento en el que la verdadera historia comienza, nos sentiremos insatisfechos por mucho tiempo. Creer que el amor se mantendrá siempre igual que al principio, pensar que nuestros gustos, intereses y valores no cambiarán nunca, que estaremos siempre de acuerdo en todo, que la pareja siempre sabrá todo lo que siento y necesito sin tener que decírselo, que sacrificarán absolutamente todo por hacernos felices y que los niveles de afecto, sexo y complicidad se mantendrán igual sin ningún esfuerzo, es uno de los mayores enemigos de una relación o matrimonio.
El “vivieron felices para siempre” no existe en la vida real, por lo menos no como nos muestran en las películas, siendo el príncipe azul siempre romántico y la dulce princesa siempre obediente y de buen humor. Todos tenemos defectos, y ninguna relación es perfecta, y cuánto antes nos demos cuenta de esto, más rápido seremos felices con la persona que tenemos al lado.
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